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Mundo | 17/11/2020

Crónica | La transición de Francisco Sagasti, el presidente interino del Perú

Crónica | La transición de Francisco Sagasti, el presidente interino del Perú

Francisco Sagasti, presidente del Perú. Foto: El Comercio

El Comercio |Perú|   |17|11|20|

Fernando Vivas

Columnistas, cronista y redactor

No tuvo tiempo de preparar un discurso porque los días pasados se le agotaron en cubileteos en los pasillos del Congreso. En la víspera, el domingo 15, se había subido y bajado de una lista presidida por Rocío Silva Santisteban. Los morados iban a ceder a los colorados la presidencia del Perú.

En la balanza de su historia corta (el Partido Morado se fundó apenas el 18 de noviembre del 2017, tras abandonar el cascarón de Todos por el Perú que usaron para la candidatura de Julio Guzmán en el 2016) pesaba otra plancha, la presidencial del 2021, donde Sagasti tiene la segunda vicepresidencia. Ha renunciado a ella y no sabemos cómo sorteará el Partido Morado ese escollo.

Tras el fracaso de la lista presidida por Silva Santisteban el domingo, el lunes volvió a abrirse la posibilidad de presidir la nueva transición y, ahora sí, los morados no la soltaron. Tras haber pasado las de Caín para conseguir las más de 700 mil firmas que se les exigió para inscribirse en el 2019, ha sido una recompensa obtener la presidencia del país para Sagasti, que es una suerte de ideólogo y figura tutelar en el partido, número 1 en la lista por Lima y portavoz natural de la bancada.

Cinco Esquinas

Francisco nació en los Barrios Altos el 10 de octubre de 1944, en el barrio de Cinco Esquinas. Su madre, Elsa Hochhausler, austríaco- alemana que pasó de Chile al Perú, y que fue periodista como su esposo Francisco, tiene un libro que su hijo publicó con reminiscencias del barrio. Fue periodista en El Comercio.

Allí vivió su infancia y juventud, hasta que ingresó a estudiar Ingeniería Industrial en la UNI. Empezó una carrera que lo llevó, gracias a una beca, a estudiar una maestría de Ingeniería Industrial en la Universidad del Estado de Pensilvania y un doctorado en Investigación Operacional y Ciencias de los Sistemas Sociales en esa misma universidad.

Desde entonces, Sagasti viajó mucho como consultor y experto en elaborar planes de desarrollo en ciencia y tecnología. Trabajó con organismos multilaterales como el Banco Mundial y en entidades privadas como el Foro Nacional/Internacional; y paralelamente hizo vida académica y publicó varios libros. Su especialidad en ciencia y tecnología se amplió a una visión del desarrollo, y en ese afán hizo mucho planeamiento estratégico, lo que lo acercó a la gestión pública y, más tarde, a la política.

Pero antes de llegar a su aventura morada, tuvo otras ligadas a la academia y la planificación. Tras ser consultor y miembro de entes y ONG ajenas, encargado de desarrollar proyectos y luego decir adiós; creó su propio proyecto, Agenda Perú, que era una serie de eventos, estudios y actividades de difusión en medios, ligado al debate sobre el país.

Su especialización primera en ciencia y tecnología lo llevó a participar y asesorar al Concytec y al área de ciencia y tecnología de la PCM. Esto último lo hizo en las gestiones de 4 primeros ministros, incluyendo la de Juan Jiménez Mayor durante el gobierno de Humala. Allí coincidió con Julio Guzmán, que era el secretario general de la PCM. Pero la aventura morada demoró unas temporadas.

De joven había tenido simpatías no muy orgánicas con la izquierda, así que su primera seria aventura es la morada. Fue uno de los puntales de Guzmán, que lo eligió secretario de planeamiento estratégico en el CEN del partido. Cuando me he acercado a los morados, he visto un respeto unánime por Sagasti, que facilitó que fuera el portavoz lidiando con voceros más jóvenes y ásperos que él.

No tendremos primera dama, pues se ha separado de su última esposa, la economista y política costarricense Silvia Charpentier, con quien tuvo una hija. Tiene dos hijos de una anterior relación, y las cuatro hijas de su exesposa, la chilena Leonor Giusti, a quienes adoptó. Hablé con una de ellas y me contó que su padre es un voraz lector (la biblioteca en su casa de Rinconada, en La Molina, da prueba de ello), que canta y toca la guitarra y el piano. Y se ejercita para mantener el aliento a los 76 años, que no es poca cosa lo que se le viene.

Max Hernández, Enrique Felices Garcés, Esther Ventura están entre sus mejores amigos. El difunto Enrique Zileri fue uno de ellos. Como la familia, que incluye dos hermanos, está desperdigada en el mundo, solo una de sus hijas lo acompañará hoy desde la galería. A diferencia del gobierno fugaz de Merino, tendrá más suerte en convocar ministros.




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