María Verónica Soto se reunió con sus hijas gemelas, que le fueron arrebatadas ilegalmente cuando eran bebés en 1979 durante la dictadura de Pinochet. El encuentro ocurrió en Concepción después de que sus hijas viajaran desde Italia, donde crecieron adoptadas.
Brújula Digital|Agencias|17|09|25|
Una mujer chilena cuyas hijas gemelas le fueron arrebatadas en 1979 se reencontró con ellas por primera vez después de 45 años.
El encuentro entre María Verónica Soto, de 64 años, y sus hijas María Beatrice y Adelia Rose Mereu tuvo lugar en la ciudad de Concepción, en la región del Biobío, luego de que las gemelas, hoy de 46 años, viajaran desde Italia, donde crecieron.
Era la primera vez que Soto veía a sus hijas desde que tenían ocho meses. Las gemelas sabían que habían sido adoptadas en Chile, pero no tenían recuerdos de su madre biológica, informó CNN.
En 1979, durante la dictadura de Augusto Pinochet, Soto dio a luz a las gemelas en la localidad de Hualpén, cuando tenía 19 años. Después de una visita médica rutinaria, cuando sus hijas tenían ocho meses, le dijeron que debían quedarse para ser evaluadas y que recibirían ayuda médica y nutricional. Poco después, relató Soto, en la clínica estatal le quitaron a sus hijas con la acusación de que no las alimentaba adecuadamente.
CNN señaló que cuando acudió a la policía, fue derivada al juzgado, donde se enteró de que las niñas habían sido entregadas en adopción a una pareja italiana. Más tarde descubrió que las partidas de nacimiento habían sido modificadas para eliminar el nombre de la madre.
“Por fin encontramos a nuestra madre”
CNN informó que el camino hacia el reencuentro comenzó en 2020, cuando Soto contactó a la ONG chilena Nos Buscamos, dedicada a reunir a hijos adoptados ilegalmente en el extranjero con sus padres biológicos. Su fundadora, Constanza del Río –también víctima de una adopción ilegal– le recomendó hacerse una prueba de ADN, que Soto envió a un banco en Estados Unidos administrado por la plataforma My Heritage.
Durante cinco años no hubo coincidencias, hasta que en marzo de este año el hijo de una de las gemelas, nieto de Soto, se hizo la prueba y encontró a su abuela. El contacto se produjo a través de Facebook. “En 20 minutos ya estaban hablando”, relató Del Río.
Según la activista, podrían existir hasta 25.000 casos en Chile. Su organización ha reunido en 11 años a más de 600 padres e hijos que buscan reencontrarse.
Soto afirmó que nunca perdió la esperanza de encontrar a sus hijas, aunque no imaginaba que tomaría 45 años. “Siempre las busqué”, les dijo durante el abrazo.
El 10 de septiembre las gemelas viajaron desde Italia a Chile y aterrizaron en Concepción. El aeropuerto se convirtió en un lugar de celebración, con familiares, periodistas y autoridades esperando la llegada.
Las hijas corrieron hacia su madre, entre lágrimas. Soto, que no habla italiano, y las gemelas, que no hablan español, se entendieron sin palabras. “Muchísimas emociones y muy felices porque por fin encontramos a nuestra madre… queremos estar con ella y con toda la familia”, dijo María Beatrice en nombre de ambas.
“Dios me escuchó”, expresó Soto después del encuentro. “Para mí ha sido como volver a dar a luz a mis hijas, pero en versión adulta”.
La madre y las gemelas aseguraron que ambas familias fueron engañadas: la chilena, que perdió a las niñas, y los padres adoptivos italianos, que no sabían que habían sido separadas de su madre sin su consentimiento.
Aunque estuvo separada de sus hijas por casi medio siglo, Soto se consideró afortunada. “Muchas madres murieron esperando este encuentro que nunca llegó. Yo luché hasta encontrar a mis niñas. Por eso les digo a esas madres que no dejen de luchar. Toquen puertas, porque ahora la tecnología lo permite”, dijo.
“Los niños del silencio”
Según las autoridades chilenas, durante la dictadura (1973-1990) miles de bebés fueron robados a sus madres biológicas y vendidos en adopción, principalmente a parejas de Estados Unidos y Europa. En Chile se les conoce como “los niños del silencio”, recordó CNN.
Algunos bebés, como las hijas de Soto, fueron quitados a mujeres vulnerables y pobres para ser entregados a agencias de adopción. En otros casos, los recién nacidos eran entregados por abuelos que, en complicidad con médicos, sacerdotes y monjas, ocultaban embarazos considerados vergonzosos.
En muchos casos la prescripción impide sanciones y, en otros, los responsables han fallecido. Durante la dictadura, cuando miles de opositores fueron asesinados o desaparecidos, reclamar podía significar cárcel o incluso la muerte.
“Hoy escuchan a las mujeres. En ese tiempo no nos escuchaban. No escuchaban a las madres. Nosotras no podíamos alzar la voz como ahora”, dijo Soto.
En junio, por primera vez en la historia del país, un juez chileno inició un proceso penal contra cinco personas acusadas de robar bebés para adopción en la década de 1980. Alejandro Aguilar Brevis, magistrado de la Corte de Apelaciones de Santiago, determinó que existía una red de funcionarios de salud, sacerdotes, abogados, asistentes sociales e incluso un juez, que identificaban bebés de madres pobres y los vendían a parejas extranjeras por hasta 50.000 dólares.
Los acusados enfrentan cargos de asociación ilícita, sustracción de menores y prevaricato. La investigación, que se centra en la ciudad de San Fernando, no está relacionada con el caso de Soto.
BD/RPU