Los dos crímenes en cuestión son el asesinato de la expresidenta de la Cámara de Representantes de Minnesota, Melissa Hortman, en junio, y el del fundador de Turning Point USA, Charlie Kirk.
Brújula Digital|Agencias16|09|25|
En sus reacciones claramente distintas ante dos asesinatos de figuras políticas muy comentados este año, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, parece invitar a la gente a menospreciar las emociones y opiniones de lo que él llama “la izquierda extremista”.
Los dos crímenes en cuestión son el asesinato de la expresidenta de la Cámara de Representantes de Minnesota, Melissa Hortman, en junio, y el del fundador de Turning Point USA, Charlie Kirk, durante un evento en la Universidad del Valle de Utah la semana pasada.
Según un análisis de MSNBC, la Casa Blanca trató ambos casos de manera muy diferente. Trump prestó poca atención al homicidio de Hortman, demócrata, asesinada junto a su esposo y su mascota por un conservador afín a él, mientras que enmarcó el ataque a Kirk como “una catástrofe nacional”.
El mensaje de Trump a su base es claro: las vidas republicanas importan más que las demócratas.
Y en un comentario el viernes en el programa Fox & Friends, Trump pareció usar el asesinato de Kirk para marcar explícitamente la violencia política como un tema partidista, defendiendo a los extremistas violentos de derecha, como Kirk, y calificando a los “extremistas de izquierda” como “el problema”.
Tras el asesinato de Hortman, Trump se limitó a una breve y fría condena en sus redes sociales, diciendo que “no se tolerará tal violencia horrenda”. No hizo nada más. A diferencia del expresidente Joe Biden, Trump no asistió al funeral. Al día siguiente del crimen, cuando se le preguntó si había llamado al gobernador de Minnesota, Tim Walz, respondió: “Podría ser amable y llamar, pero ¿para qué perder el tiempo?”.
Trump dio a entender que parte de la razón por la que no quería llamar a Walz era porque consideraba al gobernador responsable del asesinato, o al menos de los hechos que lo provocaron. Esa narrativa le permitió desviar la atención del hecho de que las autoridades descubrieron que el asesino tenía una lista de objetivos demócratas o vinculados a ideas progresistas.
En cambio, ante el asesinato de Kirk, que podría calificarse como directamente “fascista”, Trump reaccionó con gran urgencia. Inmediatamente ordenó izar las banderas estadounidenses a media asta en la Casa Blanca, todos los edificios públicos, embajadas y puestos militares. Anunció que concedería póstumamente a Kirk la Medalla Presidencial de la Libertad.
También pronunció un airado discurso en video de cuatro minutos desde la Casa Blanca, condenando el asesinato de Kirk y prometiendo “venganza contra la izquierda”.
Por supuesto, ignoró por completo la violencia de derecha (como la que él mismo incitó en Washington el 6 de enero de 2021) y amenazó explícitamente con usar la fuerza del gobierno “contra sus oponentes políticos”.
Ya era suficientemente grave que Trump mostrara respuestas tan distintas ante dos asesinatos igualmente condenables, y que usara el caso de Kirk para promover la idea de una represión política contra la izquierda.
Pero su aparición en Fox News, sugiriendo que la violencia de derecha es más defendible que la de izquierda, no tiene precedentes en el comportamiento de presidentes estadounidenses anteriores.
“Les diré algo que me va a traer problemas, pero no me importa. Los radicales de derecha a menudo son radicales porque no quieren ver delincuencia. No quieren ver delincuencia. Dicen: 'No queremos que entre esta gente. No queremos que quemen nuestros centros comerciales. No queremos que le disparen a nuestra gente en mitad de la calle'. Los radicales de izquierda son el problema. Y son viciosos, y horribles, y tienen astucia política”, dijo Trump.
Lo que Trump parece decir es que los radicales de izquierda son un problema, mientras que los extremistas de derecha forman parte de su proyecto político y, por lo tanto, no merecen la misma condena.
En una democracia, toda violencia política debería considerarse totalmente inaceptable, sin importar la ideología de quien la comete o de quien la recibe. Tanto la muerte de Hortman como la de Kirk fueron trágicas e injustificables. Pero Trump cree lo contrario.
BD/RPU