Contrario a la percepción de que evitan denunciar por miedo a deportaciones, los inmigrantes reportan personalmente un 42% más de delitos violentos que los estadounidenses nativos, lo que permitió cientos de miles de arrestos.
Brújula Digital|27|08|25|
Un nuevo estudio basado en datos oficiales vuelve a contradecir una de las percepciones más extendidas en el debate político estadounidense: los inmigrantes no solo cometen menos delitos que los ciudadanos nacidos en el país, sino que además son víctimas de menos crímenes violentos y colaboran más con la policía.
El presidente Donald Trump y el Partido Republicano, además de medios de comunicación como Fox, han acuñado el término “crimen de migrantes” (“immigrant crime”) para justificar una gran campaña de deportaciones.
Encuestas en EEUU, especialmente entre republicanos, señalan que la población cree firmemente que los migrantes cometen más crímenes que el resto de la población, pese a que existen numerosos estudios que demuestran lo contrario.
Un reciente análisis del Instituto Cato, elaborado a partir de la Encuesta Nacional de Victimización del Crimen (NCVS, por sus siglas en inglés), abarca el periodo 2017-2023 y ofrece un panorama amplio sobre la relación entre inmigración y criminalidad. Sus resultados muestran que, en contra de la narrativa que vincula a los migrantes con la inseguridad, la presencia de estas comunidades tiende a reducir las tasas de crimen y a fortalecer la cooperación con las autoridades.
Estos datos coinciden con investigaciones previas realizadas en otros estados y con registros de homicidios. Estudios complementarios, como el Sistema Nacional de Reporte de Muertes Violentas, también han demostrado que los inmigrantes son menos propensos a ser víctimas de asesinatos. Un análisis de The Economist llegó a la misma conclusión, junto con un estudio que abarcó 150 años y realizado por una universidad estadounidense.
De acuerdo con la reciente investigación del Instituto Cato, los inmigrantes fueron 44% menos propensos que los estadounidenses nativos a ser víctimas de delitos violentos en el periodo analizado. En el caso de los no ciudadanos –que incluyen tanto a residentes legales como a inmigrantes indocumentados– la diferencia fue del 30%.
La encuesta también arrojó un dato llamativo: los inmigrantes son 64% menos propensos a ser agredidos por alguien que conocían, lo que refleja que sus círculos sociales y comunitarios están menos expuestos a la violencia. Entre los ciudadanos estadounidenses nacidos en el país, más de la mitad de las víctimas conocía a su agresor; en el caso de los inmigrantes, ese porcentaje descendió a poco más de un tercio.
El hallazgo refuerza la idea de que, dado que los delincuentes suelen victimizar a personas cercanas o de su mismo entorno, los grupos con menor probabilidad de ser víctimas también presentan tasas más bajas de criminalidad. En otras palabras, las comunidades inmigrantes no solo sufren menos violencia, sino que además tienden a cometer menos delitos, dice el informe.
Uno de los argumentos recurrentes en contra de los inmigrantes es que, por temor a ser deportados o perseguidos, evitan denunciar delitos y, por tanto, distorsionan las estadísticas. Sin embargo, el NCVS muestra lo contrario.
Entre 2017 y 2023, los inmigrantes reportaron personalmente un 29% más de delitos violentos a la policía que los estadounidenses nativos. En el caso de los no ciudadanos, la diferencia fue aún mayor: 32% más de reportes.
Esa disposición a colaborar tuvo un impacto significativo. Durante el periodo analizado, los inmigrantes denunciaron 5,1 millones de delitos a las fuerzas de seguridad, lo que permitió que se produjeran cerca de 457.000 arrestos en total, incluidos 300.000 vinculados a crímenes violentos.
Lejos de reforzar la idea de que los inmigrantes se aíslan de las instituciones, los datos indican que son actores clave para la resolución de delitos y para el fortalecimiento de la seguridad pública.
Los resultados del NCVS también muestran que la diferencia en victimización entre inmigrantes y ciudadanos nacidos en Estados Unidos se mantuvo prácticamente estable a lo largo de los años, sin cambios significativos entre el periodo previo a la pandemia (2017-2019) y los años posteriores (2020-2023).
El informe destaca que, incluso en ciudades con más de 100.000 habitantes, donde las tasas de criminalidad suelen ser más altas, los inmigrantes fueron 47% menos propensos a ser víctimas de delitos violentos. Entre los menores de 35 años, la disparidad se redujo pero siguió siendo marcada: 39% menos.
Debate político y percepciones
El impacto de la inmigración en la criminalidad es un tema muy actual en la política estadounidense. Diversos discursos, sobre todo conservadores, han asociado la llegada de migrantes, en particular de indocumentados, con un supuesto aumento de la inseguridad.
Sin embargo, los datos disponibles han mostrado de manera consistente lo contrario. El problema, según los investigadores, es que la mayoría de los estados y el gobierno federal no registran las detenciones ni las condenas desagregadas por estatus migratorio. Esto ha dificultado obtener un panorama claro y ha alimentado la desconfianza de ciertos sectores.
La NCVS ofrece una alternativa al recopilar información directamente de las víctimas, lo que permite eludir los posibles sesgos de las estadísticas policiales o judiciales. Sus resultados refuerzan lo que ya habían demostrado investigaciones más limitadas: los inmigrantes cometen menos delitos y, en consecuencia, son menos propensos a ser encarcelados.
Los autores del estudio señalan que el impacto de la inmigración va más allá de las cifras de victimización. Dado que los inmigrantes cometen menos delitos violentos, su presencia tiende a reducir las probabilidades de que toda la población sea víctima de la delincuencia.
Además, al colaborar más con las autoridades, contribuyen a que las comunidades en general se vuelvan más seguras. El informe advierte, sin embargo, que este efecto positivo podría verse limitado si las políticas de deportación masiva generan miedo entre los inmigrantes e inhiben su disposición a denunciar.
En conclusión, el NCVS ofrece una base estadística sólida para desmontar la narrativa de que la inmigración incrementa la criminalidad en Estados Unidos. Por el contrario, los datos indican que los inmigrantes cometen menos delitos, sufren menos violencia y ayudan más a resolver crímenes.
BD/RPU