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Mundo | 15/05/2025   02:50

The Economist: Solo Netanyahu y sus aliados de ultraderecha se benefician de prolongar la guerra en Gaza

Según encuestas recientes, más del 60% de los israelíes se oponen a una ofensiva para reocupar Gaza. Mientras tanto, dice The Economist, la situación humanitaria en Gaza se deteriora rápidamente. Desde que Israel reanudó los bombardeos en marzo, han muerto más de 2.000 personas, elevando el número total de víctimas a alrededor de 52.000.

Palestinos corren para salvarse de un bombardeo israelí/Archivo EFE
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Brújula Digital|15|05|25|

Los únicos que ganan con la prolongación de la guerra en Gaza son el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que así mantiene intacta su frágil coalición de gobierno, y sus aliados de extrema derecha, que sueñan con vaciar el enclave palestino y reconstruir asentamientos judíos en su lugar. 

Esa es la advertencia que lanza The Economist en su más reciente editorial sobre el conflicto en Medio Oriente, donde analiza el nuevo plan militar aprobado por Israel para intensificar su ofensiva en Gaza.
 https://www.economist.com/leaders/2025/05/08/the-war-in-gaza-must-end

El pasado 5 de mayo, el gabinete israelí dio luz verde a una nueva estrategia que contempla la movilización de decenas de miles de reservistas, la reocupación parcial del territorio, la destrucción de edificaciones y el desplazamiento de la población palestina hacia el sur de la Franja. 

Al mismo tiempo, Israel permitirá el ingreso limitado de ayuda humanitaria, bloqueada desde el 2 de marzo, que será almacenada en centros protegidos por mercenarios estadounidenses. Las familias gazatíes podrán acudir quincenalmente a recoger alimentos y otros insumos básicos.

Sus promotores aseguran que el plan será decisivo para destruir los últimos reductos de Hamás, impedir que el grupo se reagrupe o mantenga su dominio sobre los civiles, y cortarle el suministro de comida para sus combatientes. Netanyahu, quien ha prometido durante un año y medio una “victoria total”, sostiene que solo se necesitan algunos meses más para lograr ese objetivo.

Pero no hay motivos para pensar que eso sea cierto, dice la revista británica. El nuevo operativo no resolverá el problema de los rehenes israelíes aún retenidos en Gaza. Además, el ejército enfrenta serios problemas de moral: en algunas unidades, apenas la mitad de los reservistas convocados se presentan. 

Según encuestas recientes, más del 60% de los israelíes se oponen a una ofensiva para reocupar Gaza. Las capacidades militares de Hamás ya han sido gravemente mermadas –su liderazgo ha sido eliminado, su arsenal de cohetes destruido, y su capacidad de ataque, desmantelada–. Lo que queda es una guerrilla dispersa, difícil de erradicar por completo, pero que tampoco representa una amenaza significativa.

Mientras tanto, agrega la publicación, la situación humanitaria en Gaza se deteriora rápidamente. Desde que Israel reanudó los bombardeos en marzo, han muerto más de 2.000 personas, elevando el número total de víctimas a alrededor de 52.000. La mayoría de los civiles vive bajo condiciones de hambre extrema debido al bloqueo. El nuevo esquema de distribución de ayuda ofrecerá un alivio mínimo: no contempla atención médica ni asistencia para quienes no pueden trasladarse hasta los centros de reparto.

Para The Economist, la única razón por la que el conflicto continúa es política: Netanyahu necesita prolongar la guerra para mantener la cohesión de su gobierno, y sus aliados de ultraderecha la aprovechan para avanzar en su proyecto ideológico. Si se impone su visión, dos millones de personas quedarían hacinadas en solo una cuarta parte del territorio de Gaza, dependiendo de raciones básicas para sobrevivir. Algunos ministros israelíes ya especulan abiertamente que estas condiciones forzarán la emigración masiva de palestinos, lo cual –advierte el semanario británico– equivaldría a una limpieza étnica.

La comida no puede ser utilizada como un arma. Israel debe permitir el ingreso pleno de ayuda humanitaria y dejar que organizaciones civiles se encarguen de su distribución. Aunque es probable que parte de esa ayuda sea robada por Hamás, el riesgo de hambruna generalizada es mucho más grave. Más allá de la urgencia humanitaria, ha llegado el momento de exigir un alto el fuego sostenible.

El texto editorial también señala que el expresidente Donald Trump, que busca una victoria diplomática en el plano internacional, debería presionar a Netanyahu para aceptar un cese al fuego a cambio de la liberación de todos los rehenes. Ningún otro líder tiene hoy la capacidad de imponerle esa decisión al primer ministro israelí, afirma la publicación. Si Trump realmente quiere presentarse como un negociador eficaz, los líderes árabes deberían aprovechar su próxima visita al Golfo para presionarlo en ese sentido.

Una vez alcanzado el cese de hostilidades, EEUU debería usar la reconstrucción como herramienta de presión sobre Hamás. La ONU estima que Gaza necesitará al menos 53.000 millones de dólares en la próxima década. Trump, plantea The Economist, podría liderar una coalición de donantes que condicione cualquier aporte a que Hamás entregue el poder y se desarme. La mayoría de los aliados de Estados Unidos, añade, están listos para sumarse a esa exigencia.

Es posible que Hamás intente aferrarse al poder. Pero tendrá que enfrentarse al creciente descontento interno: miles de gazatíes ya han salido a las calles para exigir su salida. Si ese movimiento crece, puede abrirse una nueva posibilidad política. Y si en el futuro Hamás volviera a representar una amenaza real para Israel, entonces Israel tendría motivos legítimos para responder.

Sin embargo, el rumbo actual es más oscuro que cualquier escenario futuro. Más gazatíes morirán por los bombardeos o el hambre. Los rehenes podrían perder la vida en cautiverio. Una guerra interminable profundizará las fracturas internas en Israel y dañará aún más su reputación internacional. Israel ha obtenido numerosas victorias militares en este conflicto. Pero si termina despoblando y reocupando Gaza, habrá cometido no solo un error estratégico, sino una atrocidad moral.

BD/RPU





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