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Economía | 14/09/2021

Minerales críticos y estratégicos definen el papel de América Latina en la transición energética

Minerales críticos y estratégicos definen el papel de América Latina en la transición energética

Extracción de minerales a cielo abierto. Foto Ategi

Brújula Digital|14|09|21|

Las consecuencias del cambio climático en América Latina y el mundo se han acentuando, así lo refleja el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Por ello, es importante debatir sobre la transición energética en la región en el marco de los riesgos y las oportunidades que se plantean con los minerales críticos y estratégicos.

Según los expertos, es importante definir la forma de inserción de los minerales en la economía mundial de la región para que no sea solo para el suministro de materias primas, exacerbando las formas de producción capitalista, sino porque también implica que la transición energética tiene que darse en América Latina.

Estos fueron algunos de los temas abordados en la segunda jornada del debate virtual “Minerales y otros materiales estratégicos para la transición energética”, organizado por la Red Latinoamericana sobre las Industrias Extractivas (RLIE) y el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), en la que se expuso la relevancia que tienen los nuevos minerales presentes en la región para un cambio de matriz energética.

Juan Luis Dammert, director regional para América Latina de Natural Resource Governance Institute (NRGI), quien estuvo a cargo de la moderación, remarcó la importancia de un evento de este tipo con miras a la COP26 y frente a las evidencias de que el cambio climático es un problema urgente, y que la reducción de gases de efecto invernadero y el paso a otras formas de energía requiere ser abordado por los países de América Latina.

¿Qué es un mineral crítico?

La Unión Europea y Estados Unidos —no hay una definición concreta en el caso de China— consideran dos aspectos para definir si un mineral es crítico, explicó Silvia Molina, investigadora del CEDLA, en su ponencia “Minerales críticos en la geopolítica del cambio climático”. El primero, su importancia para la seguridad económica y nacional tanto de la Unión Europea como de Estados Unidos. Es decir, estos bloques analizan la asignación de las materias primas a sus usos finales sobre la base de aplicaciones industriales y las consecuencias que podría significar cualquier ausencia o paralización de su suministro para la economía del país o la seguridad nacional.

El segundo aspecto, indicó Molina, está vinculado a las condiciones de suministro de estos minerales y los riesgos de su interrupción. Es decir, examinan la concentración del mineral o material dentro del bloque, qué tan imprescindibles o irremplazables son para la fabricación de productos y, si esos minerales provienen de otros países, cómo está la situación de gobernanza en los países proveedores.

Dentro de estos minerales están, por ejemplo, el litio, el cobre o el cobalto, entre los más conocidos, pero también el molibdeno, el niobio, el níquel, etc., que se utilizan para el desarrollo industrial de baterías, células fotovoltaicas, entre otros, cuyo uso está orientado a la generación de energía limpia, para la electromovilidad y el desarrollo de la industria, de la comunicación, inclusive, el desarrollo de tecnología espacial.

Minerales críticos, transición energética y geopolítica

La transición energética implica ir abandonando gradualmente los combustibles fósiles por otro tipo de energía, como la renovable, sobre todo la eólica y solar, que, para Molina, va demandar una gran gama de minerales y también nuevas zonas de explotación de los mismos. Entonces, la importancia de estos nuevos minerales y el acceso a ellos será determinante para la matriz energética de los países industrializados. Por tanto, se avizoran influencias internas y externas que van de la mano de intereses estratégicos y políticos que estarán presentes en regiones de explotación de recursos, y que configuran nuevos escenarios geopolíticos vinculados a la crisis climática presente y las respuestas que se dan en el escenario mundial.

Molina agregó que se tienen que analizar también elementos que tienen estrecha relación con esta transición energética y de minerales, por ejemplo: la economía mundial en su relación con la revolución digital y su dirección hacia la cuarta revolución industrial asociada a la “fábrica inteligente” y un “nuevo modelo de negocio”. Otro tema a tomar en cuenta son los escenarios de reactivación económica que contradicen las pretensiones de reducción de emisiones globales y que nos está llevando a profundizar los patrones de acumulación, la forma de inserción en la economía mundial como región de suministro de materias primas, exacerbando las formas de producción capitalista, que significan un intercambio desigual y las posibilidades de un nuevo ciclo de reprimarización y rentismo para la transición, o transiciones de países industrializados, liderada por las corporaciones y empresas. Por tanto, “nos encontramos en un mundo más complejo que el dominado por los combustibles fósiles”, puntualizó la investigadora.

 América Latina: ¿zona de sacrificio para una transición energética?

Juan Luis Dammert señaló que esto no debe ser así: la región no debe convertirse en una zona de sacrificio para que se dé la transición energética, y agregó que “eso implica mejorar estándares, pero también implica que la transición energética ocurra en nuestra región, porque si nosotros ponemos los materiales, pero seguimos utilizando energía contaminante, nada de esto tendría sentido. Entonces, la agenda es muy grande”.

Asimismo, destacó que “no hay nada que haga suponer que la transición energética, y el desarrollo de proyectos vinculados con la transición energética, tiene que ser cualitativamente mejor en términos de gobernanza, en términos de impactos ambientales, en términos de impactos sociales. (…) En nombre de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, que claramente no es un problema generado por América Latina (el calentamiento global), podríamos generar otro tipo de impactos territoriales que pueden ser ciertamente muy graves, vinculados con la disponibilidad de agua, con la deforestación, con impactos sobre la biodiversidad y se pueden repetir todos los problemas de opacidad, de malos negocios para los países, etc., en este tipo de iniciativas”.

BD



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