El aumento del uso de electricidad en transporte, calefacción, climatización, iluminación y procesos industriales ejercerá fuerte presión sobre la seguridad energética. La Agencia recomienda diversificar fuentes y fortalecer la cooperación internacional.
Brújula Digital|10|12|2025|
Hugo del Granado
La realidad energética de 2025 se desarrolla en un entorno de gran incertidumbre marcado por la invasión rusa a Ucrania, la inestabilidad en Medio Oriente y tensiones económicas globales reflejadas en el comercio, la fragilidad fiscal y el elevado endeudamiento. A pesar de este contexto, la demanda de energía continúa creciendo y la electricidad adquiere un papel central para cubrir las nuevas necesidades.
El aspecto más relevante del análisis de la Agencia Internacional de Energía (IEA) es la expansión sostenida de los servicios eléctricos en las próximas décadas. El aumento del uso de electricidad en transporte, calefacción, climatización, iluminación y procesos industriales ejercerá fuerte presión sobre la seguridad energética. Como no existe un mercado eléctrico global que otorgue flexibilidad, la Agencia recomienda diversificar fuentes y fortalecer la cooperación internacional.
La electricidad será la fuente con mayor crecimiento y requerirá inversiones significativas. Se estima que la demanda mundial alcanzará su pico en 2035, con un incremento acumulado cercano al 40%. Este impulso está asociado al desarrollo de centros de datos y aplicaciones de Inteligencia Artificial, cuya inversión en 2025 superó a la de los hidrocarburos. Incluso se ha impulsado la instalación de pequeños reactores modulares para asegurar suministro continuo.
El despliegue de nuevas redes, mayor flexibilidad operativa y una rápida incorporación de energías renovables –especialmente solar fotovoltaica, eólica y nuclear– será indispensable. Paralelamente, la inversión adicional en petróleo y gas, estimada en unos $us 100 mil millones anuales, responde más a la necesidad de compensar la declinación natural de campos maduros que a un aumento de la demanda. Para mantener el equilibrio del mercado hacia 2035 deberán desarrollarse proyectos capaces de aportar 25 millones de barriles diarios de petróleo y 350.000 millones de m³ de gas.
Tres cuartas partes del incremento del consumo de gas se dirigirán a la generación eléctrica, sobre todo en Estados Unidos, Japón y Medio Oriente. No obstante, los costos de tecnologías de bajas emisiones –paneles solares, baterías y vehículos eléctricos– seguirán disminuyendo por la intensa competencia industrial. Además, la entrada de más GNL al mercado y la menor volatilidad de los combustibles fósiles contribuirán a moderar precios. En las economías desarrolladas podrían incluso disminuir, mientras que en los países en desarrollo se prevén aumentos modestos.
Hacia 2035, la demanda energética crecerá impulsada principalmente por el uso de electricidad en edificios, especialmente para enfriamiento en respuesta al calentamiento global. El consumo eléctrico doméstico podría aumentar hasta un 25%. Las energías renovables —en particular la solar— liderarán la expansión. Los centros de datos y la IA duplicarán su consumo, pasando de 500 TWh a cerca de 1.000 TWh en 2030, la mitad en Estados Unidos. Solo las operaciones de IA representan ya el 1,5% del consumo eléctrico mundial. El transporte también elevará su demanda debido a la mayor penetración de vehículos eléctricos.
El incremento global del acceso a la electricidad también influye en este crecimiento. Desde el año 2000, 2.200 millones de personas han abandonado métodos tradicionales de cocción, aunque aún 730 millones carecen de electricidad y 2.000 millones cocinan con biomasa. En América Latina y el Caribe, el acceso eléctrico llegó al 98% y podría alcanzar el 100% en 2035. Lograr la universalización requerirá inversiones públicas y privadas cercanas a 250 mil millones de dólares anuales.
Otro punto crítico es la concentración de metales, minerales y tierras raras en China. Una reducción del 10% en su suministro podría afectar la producción de chips, vehículos eléctricos, aeronaves y la construcción de centros de datos, comprometiendo la estabilidad de múltiples cadenas tecnológicas.
En cuanto al petróleo y gas, la IEA advierte que los riesgos geopolíticos y la fragilidad de las cadenas de suministro pueden tensionar las reservas y alterar el equilibrio del mercado. La declinación acelerada de 15.000 campos productores exigiría inversiones adicionales para evitar una caída de 5,5 millones de barriles diarios de petróleo y 270.000 millones de m³ de gas. El carbón continuará en retroceso, mientras que Medio Oriente seguirá siendo el principal productor y China, India y el sudeste asiático los mayores consumidores.
En una segunda entrega se abordarán otras dimensiones del panorama energético global.
Hugo del Granado Cosio es especialista en temas de hidrocarburos y energía.