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Economía | 26/11/2025   01:37

|OPINIÓN|La independencia del Banco Central|Jodie Bautista|

Las leyes o reformas no generarán institucionalidad por si mismas, es necesaria una cultura institucional, que los límites de los órganos sean eficaces y efectivos; un sistema que premie el profesionalismo en lugar de la obediencia política. Frontis

El edificio del Banco Central de Bolivia. Foto ABI. Archivo.
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Brújula Digital|26|11|2025|

Jodie Bautista 

El martes 11 de noviembre, en Brújula Digital se publicó un interesante artículo del economista Napoleón Pacheco, en el que insta a restablecer la vigencia de la Ley del Banco Central de Bolivia.

Señala, muy correctamente, que en el gobierno del MAS –desde Morales a Arce– ocurrió una penosa demolición institucional. 

Es necesario resaltar que este deterioro no solo afectó al BCB, sino que tuvo efecto a nivel nacional; si las instituciones ya presentaban problemas, en los últimos 20 años, esa situación terminó por convertirse en un verdadero cáncer que, lamentablemente, no es fácil de extirpar, y cuyo proceso de recuperación será doloroso y complejo.

Si bien Pacheco sostiene que es imperativo reestablecer la “Ley del Banco Central de Bolivia” No. 1670, otorgándole la independencia con que contaba anteriormente y eliminando por completo la inferencia del Órgano Ejecutivo, surge entonces un punto clave “Entonces es el mismo Órgano Ejecutivo quien debe empezar la operación”, en realidad la idea vendría a ser “El Órgano Ejecutivo debe soltar por completo al BCB, brindando herramientas, pero no interviniendo”. Y si hablamos de una independencia total –como el caso del Banco del Perú- una ley no será suficiente.

Debería llegarse mucho más allá, incluso establecer en la Constitución el reconocimiento de la autonomía del Banco Central.

¿Por qué llegar a ese extremo? ¿Por qué no basta aplicar la ley tal como está? Porque, por experiencia y por lo vivido los últimos 20 años, es mejor blindar ciertos aspectos para no caer en el mismo error: dejar a la institucionalidad tan indefensa, sobre todo en organismos como el BCB.

Además, es indispensable que el ente encargado de cuidar y resguardar correctas políticas monetarias y cambiarias, cuente con la suficiente fortaleza para resistir la presión del gobierno, sea cual sea, en situaciones de déficit. 

En los últimos años, el Banco fue utilizado como cajero automático y éste, al ser débil, simplemente cedía a las demandas.

Hasta aquí una breve explicación, haciendo alusión al artículo original, por qué es fundamental que el BCB tenga total independencia. Pero ¿Quién hará el trabajo? ¿Quién asumirá ese proceso? ¿Quién cuenta con la capacidad, los recursos y la suficiente preparación técnica para asumir semejante tarea? 

La respuesta parece obvia, que lo haga el nuevo gobierno, la administración del señor Paz Pereira. Sin embargo, ahí está nuevamente la influencia, la injerencia, la presencia del Órgano Ejecutivo, cuando la idea principal es que deje de intervenir por completo, y eso debe hacerse desde un inicio

“Que primero lo haga y luego le deja a total independencia”, en medio de una crisis económica y política esta solución no es viable, porque bien se conoce que la leve oportunidad de ejercer influencia puede presentarse al tener a la institucionalidad tan agrietada, por no decir rota. Además, hay que reconocer, la idea de continuar controlando al BCB es tentadora.   Por ello, la restauración de la ley 1670, o su posible discusión en la Asamblea, es apenas un primer paso.

 Requiere mucho más que voluntad política, una restructuración completa, re ingeniería institucional, de procesos legales que garanticen blindaje, personal técnico calificado y seguridad para que dicho personal pueda ejercer sus funciones sin presiones.

 Pretender lograr en meses lo que se llevó destrozando casi 20 años, es una aspiración muy noble pero muy difícil.

En conclusión, las leyes o reformas no generarán institucionalidad por si mismas, es necesaria una cultura institucional, que los límites de los Órganos –al Ejecutivo, sobre todo– sean eficaces y efectivos, un sistema que premie el profesionalismo en lugar de la obediencia política. 

La idea es loable, muy necesaria y posible, pero es muy difícil porque es más fácil destruir que construir, exige un proceso técnico-profesional, voluntad política – demasiada -, cosas que el artículo original no logra dimensionar en su totalidad, pues establecer nuevamente esa institucionalidad es un desafío que sobrepasa las palabras que cualquiera pueda expresar.

Jodie Bautista Villarroel es ingeniera industrial y politóloga.



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