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Deportes | 16/11/2025   11:20

Recordando al Bigotón: “Mi madre, la pobre, pensó que su hijo se iba de misionero”

Su primer viaje a Bolivia, el “ilustre desconocido”, la gran victoria sobre Brasil y su decisión de quedarse en el país para siempre. Así contaba Xabier Azkargorta la mejor etapa de su vida deportiva.

Xabier Azkargorta (1953-2025)
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Brújula Digital|16|11|25|

Reflexivo, amable, a veces irónico. Fue un sabio que nunca dejó de ser sencillo. Un conversador y futbolero empedernido. Llora el mundo del fútbol la partida del legendario Xabier Azkargorta, a los 72 años. 

Quien fuera seleccionador nacional entre 1993 y 1994, disfrutó el mejor momento deportivo de su vida al frente de la Verde, a la que clasificó al Mundial de Estados Unidos 94. 

El Bigotón, como se le conocía, ha partido a la eternidad. Mediante un recopilado de publicaciones, aquí recordamos algunos conceptos que lanzó de su ligazón con Bolivia.  

Su primer largo viaje

“El billete de avión que me mandó la Federación boliviana para ir allá era como para no haber llegado nunca. Seis escalas. Barcelona-Madrid. Madrid-Miami. Miami-Panamá. Panamá-Manaos. Manaos-Santa Cruz. Santa Cruz-La Paz… dos días de viaje. Querían que firmara el contrato de seleccionador por fax, pero yo quería conocer el país y su fútbol antes de firmar. Recurrí a la enciclopedia Larousse que me dio algunos datos y luego palpé el terreno y firmé hasta el final de las eliminatorias”.

El “misionero” Azkargorta

“Como siempre hubo una conexión entre España y Bolivia con el tema religioso y mandábamos allí curas y monjas. Mi madre, la pobre, pensó que su hijo se iba de misionero. Le salió espontáneamente. Había estudiado cuatro años en el seminario de San Francisco Javier con los jesuitas en Javier (Navarra). De los nueve a los 14-15. A los diez años ya traducía latín. Nadie sabía nada de Bolivia. De hecho, cuando íbamos ya al Mundial de Estados Unidos, en el aeropuerto nos confundían con Libia. Conocían más a Gadafi y a Libia que a nosotros”.

El “ilustre desconocido”

“Jugamos el primer partido en Venezuela, que nos llevó a Puerto Ordaz, el sitio de más calor, perdíamos 1-0 y remontamos 7-1. A la vuelta en el hotel recibí una carta y mi error fue abrirla delante de los periodistas. Sí, era una amenaza de muerte en toda regla, como diciendo que si no nos clasificábamos… Pero bueno, llegué a Bolivia en octubre del 92, era el quinto centenario del descubrimiento de América. Parecía como si fuese otro español que fuese a… Alguno me llamó ‘ilustre desconocido’ cuando llegaba allí después de entrenar durante ocho años en la Liga española. Yo les contesté que ellos podrían ser unos ilustres ignorantes. El principio fue duro. Trabajé durante algún tiempo con un policía al lado, al que le terminé diciendo que o se iba él o me iba yo. No podía trabajar así”.

La victoria frente a Brasil, una noticia que fue portada del New York Times.

“Fue la primera derrota de los brasileños en una eliminatoria mundialista. No habían perdido nunca. Les ganamos 2-0 y fallamos un penal. Nadie se podía imaginar que ganáramos bien ganado a un Brasil en el que jugaban Taffarel, Cafú, Mauro Silva, Rai, Bebeto, Muller… y que después nos clasificáramos para un Mundial. No sé con qué se podría comparar aquello, pero sería más que ganar ahora la Champions. Estaba implicado todo un país. Fue algo épico. Además, en nuestro grupo estaban Uruguay y Ecuador. Y en el Mundial, para que todo me fuera redondo, nos enfrentamos a la España de Clemente, que nos ganó 3-1, pero nos pitaron un penal que no fue y los tuvimos ahí…”

Bolivia, para siempre

“Me quedo aquí. La gente me quiere y me lo demuestra. Sigo siendo alguien para ellos. No olvidan lo que conseguimos. No han vuelto a estar en un Mundial. Creo que soy más boliviano que otra cosa. Mi pasaporte es español y no me olvido de los amigos que hice y tengo todavía en España. Pero aquí, en San Cruz se vive bien. Hace mucho calor, es una ciudad tropical, pero es una ciudad muy abierta”.

El fútbol de hoy

“Los intereses han hecho que haya cambiado totalmente. Ya no hablas con los jugadores, hablas con sus representantes. El jugador que tiene un buen representante tiene asegurado su futuro y el representante que tiene un buen jugador, también. Comenzó a cambiar cuando los jugadores pusieron en sus camisetas su nombre propio. Antes luchábamos por el ‘ocho’, el ‘seis’, el ‘cinco’. El fútbol se ha convertido en una gran industria”.

BD/





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