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Cultura | 04/04/2021

Los irregulares, otra de Sherlock Holmes

Los irregulares, otra de Sherlock Holmes


Brújula Digital |03|04|21|

Rodrigo Ayala Bluske / Tres Tristes Críticos

Wikipedia, la enciclopedia mas popular del mundo, nos dice que se han producido aproximadamente 260 películas basadas en el personaje de Sherlock Holmes (a ellas habría que sumarle las películas para la televisión, las seriales y las películas de dibujos animados). La variedad comprende desde las adaptaciones de las historias “canónicas” de su creador, Arthur Conan Doyle, hasta diversos tipos de parodias, adaptaciones locales (Sherlock Holmes en España, Sherlock Holmes en Caracas), prolongaciones familiares (hermana, hijos), etc., etc.

Ante tal cúmulo de “precedentes” uno de los desafíos desde hace ya tiempo ha sido el de buscar la renovación del personaje sin que el cambio le haga perder sus atractivos. En 1985 Spielberg produjo El Secreto de la Pirámide, dirigida por Barry Levinson. Recientemente el británico Guy Riltchie dirigió Sherlock Holmes (2009) y Sherlock Holmes: Juego de Sombras (2011), ambas con el actor Robert Downey Jr., en un intento de crear una saga de “blockbusters” basada en el personaje. El principal atractivo de esas propuestas consistía en anticipar las escenas de acción (en cámara lenta) y luego repetirlas a velocidad normal y así darles dinamismo, todo esto bajo el pretexto de las capacidades deductivas del personaje.

Sin embargo, a nuestro juicio, las propuestas que han logrado “aggiornar” de mejor manera al  personaje son las seriales televisivas que lo ubican en la época actual, Menciono dos: Elementary (2012-2019), una propuesta algo modesta, nos presenta a un Sherlock ubicado en Nueva York, a quien acompaña una “Watson” mujer; la otra es la serie Sherlock (tres temporadas y un episodio especial, entre 2010 y 2017), a nuestro juicio el mejor trabajo audiovisual sobre el personaje, con un Watson veterano de guerra lleno de traumas posbélicos adquiridos en  Afganistán y un Sherlock que se define como un “sociópata funcional”.

¿Pero dónde viene la inmensa popularidad de este personaje? Recordemos que “Sherlock” fue creado en 1887 en pleno auge del pensamiento positivista (que postulaba la validez universal del conocimiento y el método científico). Era un momento en que inventos como el ferrocarril y el telégrafo maravillaban al mundo y en el que ya se podían prever los otros que irían llegando rápidamente para modificar la realidad.  Sherlock Holmes fue la encarnación literaria de dicho ideal; era un detective que podía vencer cualquier dificultad utilizando el método deductivo y que dedicaba gran parte de su vida a obtener conocimientos científicos prácticos (tipos de tabaco, de té, de tierra, etc.). Era tal su fascinación por este tipo de conocimiento “útil” que incluso despreciaba lo que llamamos la “cultura general” (igual que gran parte del sistema universitario vigente en el país de la actualidad); en alguna de las historias, Watson se asombra de que no conozca temas como él, de cultura básica, y Sherlock le responde que solo aprende “lo que le sirve” para su trabajo ya que el cerebro “tiene una capacidad de almacenamiento limitada”.

El planteamiento mismo del personaje, sumado un lado “oscuro” (adicción ocasional a la cocaína, extrema soledad, etc.), son los que a nuestro juicio han hecho que el personaje perdure con tal intensidad.

Los Irregulares, serial recientemente estrenado en Netflix, es otro intento, en principio interesante, por remozar al personaje, pero que en los finales fracasa rotundamente. La propuesta tiene dos o tres elementos que podían haber sido atractivos: quiere vincular a Sherlock con el universo de los fenómenos paranormales en un Londres victoriano de características multirraciales: pobres, policías, duques y príncipes son indistintamente blancos, negros o asiáticos y en el cual se ha “radicalizado” el lado oscuro de los personajes (Watson conflictuado con diversos complejos, Sherlock drogadicto irrecuperable).

Pero se trata de componentes sueltos, usados para dar un toque exótico a una historia que no termina de hilvanar porque renuncia al elemento clave de este tipo de historias: el razonamiento deductivo que se enfrenta a problemas en apariencia “imposibles”.

Pero además Los Irregulares renuncia al otro gran atractivo de Sherlock (y en general de cualquier planteamiento narrativo en este género): la existencia de un “gran villano”; un Moriarty o su sustituto, que representen un desafío proporcional para el detective y sus acompañantes.

Los irregulares entonces se constituye en una colección de historias trilladas de terror a las que acompaña una suerte de “decoración sherlockiana”. ¿Vale la pena verla?, solo si usted es fanático del personaje y valora el registro de las propuestas que se dan sobre el personaje por encima de cuatro o cinco horas de aburrimiento. 



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