Bruějula Digital 1000px x 155px
Bruějula Digital 1000px x 155px
Cultura | 18/01/2021

“Confesiones políticas”, de Diego Ayo, un libro digno de ser leído

“Confesiones políticas”, de Diego Ayo, un libro digno de ser leído

Brújula Digital |18|1|21|

Carlos Jahnsen Gutiérrez, Berlín

El libro de Diego Ayo Saucedo Confesiones políticas de un no-político – Historia de la democracia en Bolivia con un sabor burgués andino y burgués oriental es digno de ser leído.

El autor, que es un destacado profesional, comentarista y columnista de prestigiosos periódicos de Bolivia, PhD en Gobierno y Políticas Públicas por el Instituto Ortega y Gasset, con una maestría y licenciatura en el área de la ciencia política y profesor titular de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Mayor de San Andrés, desarrolla la historia de la democracia de Bolivia de los últimos 35 años en una narración directa, inteligente y personal que se zambulle siempre políticamente en la política. Es también la narración de su historia, tanto de aquella como testigo como de actor en las distintas fases de esta movida y compleja historia. Nos cuenta esta historia mediante una veintena de retratos de los principales líderes de la democracia boliviana.

Ayo capta la esencia de la política criolla y mestiza y el mestizaje de lo político entre 1985 y 2020, con los aciertos, tropezones y caídas y nefastos resultados que caracterizan a cada etapa de ese espacio temporal de 35 años dominado por dinosaurios políticos, como Víctor Paz Estenssoro, Hugo Banzer y Evo Morales, pero también constantemente amenazados por siniestras hienas del poder y por el espíritu de Olañeta y Melgarejo, que aún rondan incansables en los pasillos de la política boliviana y que en varios casos mutan a los gobernantes de turno en ingratos, indecentes, traidores, desleales, megalómanos o en individuos de personalidades múltiples.

El libro es un paseo intenso que motiva a volar la propia imaginación, desde Paz Estenssoro, probablemente el político más político que tuvo Bolivia, el máximo tyrannosaurus rex tarijeño, pasando por Jaime Paz Zamora, el político “fagocitador” y “de raza”, hasta Evo Morales, el político “pedófilo” parido por Paz Estenssoro, convertido en el velociraptor andino.

La esencia de los retratos que presenta Ayo nos muestran al individuo criollo y mestizo en función política, que conversa y conflictúa con el contexto y momento históricos, dejando su sello y su firma en la página histórica que le tocó y pudo escribir. Algunos de ellos, como Paz Estenssoro y Banzer, que actuaron como si fuesen inmortales, como dioses del Olimpo y trascendieron generaciones dejando huellas que, para otros políticos, como Palenque, Fernández y el “embutido viacheño” Doria Medina, terminaron sólo en intento y el Olimpo les quedó inalcanzable. Para estos últimos, su paso por la política, con tragedias y dramas incluidos, fue efímera, tan pasajera como la vida de una mosca drosófila. Los únicos que no se percatan son aquellos actores.

El caso de Morales es una mezcla de Paz Estenssoro y Banzer. Su periodo político tiene algo de eternidad y algo de drosófila. Diseñó políticas como el dios del Olimpo, en la plaza Murillo, creyendo traspasar con sus políticas e influencia al mundo y alcanzar un nivel galáctico. Su vuelo fue de drosófila y su aporte a la política en Bolivia fue un incremento a sus anillos de corrupción y tragicomedia.

Tuto Quiroga ¿fue el partero de Evo? El libro de Digo Ayo presenta a Tuto como un eterno “autogoleador”, el partero que apuró la aparición de Morales Ayma en el escenario político. Tuto, que en su momento fue un brillante ignorante de la dinámica y realidad política de Bolivia, fue en su periodo de gobierno un “autogoleador” tratando de ser más gringo que el propio Gringo. Fue querer demostrar al mundo que era un mejor Goni.

La inteligencia de Tuto Quiroga es tramposa y él no la domina. Tal vez su problema fue leer a la política de Bolivia al revés. Con él se inició la parte final de la Disneylandia local, creada por una clase política y socioeconómica altamente creída y alienada de la realidad boliviana. Esa que tiene la mente y la esperanza puesta en Miami, creyendo crear una sociedad a su gusto y sabor.

Parafraseando a Diego Ayo, la élite y el clan neoliberal creado gradualmente a partir de 1985 vio a los alteños aguerridos, revoltosos antineoliberales y sedientos de alguna justicia comunitaria, sin sospechar que la “sociedad marginal” ya tenía bandera política y el terreno listo para convertirse en la “sociedad dominante”, en la nueva burguesía, desde 2006.

Este problema se profundiza y amplía con Goni Sánchez de Lozada. El flotaba a 100 metros del suelo de la política y realidad bolivianas, especialmente en su segundo periodo de Presidente. La Participación Popular, como una de sus más relevantes medidas, no cambió su estilo, no lo hizo a él más cercano al pueblo, más bien acentuó su distancia. El no ver, el no oír y el no hablar de Goni al final de su fracasado segundo periodo presidencial, fue el síntoma final de la decadencia política promovida por la arrogancia clasista y racista de la aristocracia cochala-gringa. Goni y Tuto son, por eso, dos caras de la misma moneda.

Ni Goni ni Banzer, en su última presidencia, ni Tuto entendieron los fuertes temblores de la historia que se preparaban y generaba en Bolivia con cada dólar ganado de forma ilícita en El Alto y en el Chapare. Sus medidas como gobernantes enriquecieron más el caldo de cultivo en que se gestaba el proceso de cambio con su figura y sigla políticas. Aquí se ve que la ideología nunca se impone sobre el dinero, pero se ve que el dinero es ideologizado y fetichizado con facilidad.

Está claro que ninguno de los gobernantes del periodo democrático que discute Diego Ayo entendieron las leyes del dinero para motivar una transformación de los beneficios de las actividades ilícitas en actividad económica empresarial-industrial legal. Esto parece cínico, pero sólo refleja la lógica imperante en toda economía del dinero. Evo Morales, Álvaro Linera, el “Baldor de los Andes”, Quintana, etc., y todo el séquito de amarraguatos tampoco la pudieron cambiar, solo la administraron a favor de la nueva burguesía. Es la “liquidez del dinero” administrada por una liquidez política. Evo Morales fue tan líquido y gaseoso, un “mentiroso científico apasionado”, pero también marca propia de un aparente político sólido, en términos de Bauman, en quien se apoya Diego Ayo.

La distinción que Ayo hace entre políticos sólidos y políticos líquidos es muy original y un método legítimo, pero no en todo caso certero. Discrepo que Evo Morales es o fue un caudillo solo de estado sólido. Tanto Morales como el expresidente Carlos Mesa, “el plomerito lindo, comelón, elocuente y escapista”, fueron líquidos en su momento. Mesa, “el Tatake intelectual” como Diego Ayo lo describe, es de alguna forma no solo un político líquido sino gaseoso hasta la invisibilidad, quien, al seguir jalando las cuerdas del instrumento político de Bolivia de forma tibia y virtual, crea estrofas de un canto político coyuntural creando a la vez estrofa por estrofa su propia “sinfonía inconclusa” como una anticipada mortuoria de su carrera política. Dependiendo de cómo y cuán bien o mal gobierne el presidente Luis Arce, se podría aplicar también el concepto de la “sinfonía inconclusa” para él como político tibio parido por Evo Morales y el MAS.

Este libro no sería completo sino no esbozara, aunque sea a vuelo de pájaro, algo de lo que viene. Es una pregunta central que tiene que proyectarse después de tanta historia, de tanto pasado. Los esquemas que discute y se imagina Ayo, de forma breve, del desarrollo y situación actual en la que se encuentran la burguesía del oriente y la nueva burguesía andina dejan entrever la tensión de poder económico, político y cultural existente, que en su actualidad tiene fuertes connotaciones de colonización andina del oriente. ¿Cuál es el camino a seguir para transformar esa tensión ya sea en una dominación de una sobre la otra o en una posible síntesis con visión nacional? Esa es la pregunta central que dominará la política en los siguientes años o décadas.

La tragicomedia de la política en Bolivia se completa en la transición de una época de líderes que magistralmente utilizaban como herramientas las “verdades mentirosas, la venganza y la mentira como edulcorante e instrumento de poder dejando un campo lleno de ‘mentiras verídicas’ con la toma del poder de un espíritu corrupto y de la venganza”. En ese sentido, el libro de Ayo es un aporte intelectual importante, honesto y valiente que tanta falta hace en la actualidad en Bolivia y que con seguridad coadyuvará a enriquecer a la discusión política y a proyectar una visión renovada, con espíritu ético enmarcado en parámetros de la razón, tan urgentes en Bolivia.

Carlos Jahnsen Gutiérrez, Berlín, enero de 2021.



FIE-BANNER--BRUJULA-DIGITAL-1000X155-PX_1
FIE-BANNER--BRUJULA-DIGITAL-1000X155-PX_1


GIF 2 vision-sostenible-gif-ok
GIF 2 vision-sostenible-gif-ok
bk-cuadrado
bk-cuadrado