La plataforma de Netflix acaba de estrenar la tercera parte de Entre navajas y secretos.
Brújula Digital|28|12|25
Rodrigo Ayala Bluske| Tres tristes críticos
Una prueba de los cambios que viene sufriendo el mundo se encuentra en que los grandes estrenos cinematográficos ya no se realizan solo en las salas de exhibición, sino también (y quizás principalmente) en las cadenas de streaming. Netflix ha estrenado hace unos días Entre navajas y secretos III, cuyo subtitulo es Wake up dead man.
La película que comentamos, es la tercera de la saga desarrollada por Rian Johnson, a partir de la original Entre navajas y secretos de 2019, Knieves out en el inglés original, algo así como Cuchillos fuera.
Las tres cintas que componen la saga se inscriben dentro del subgénero conocido en inglés como whodunit, que podría interpretarse como “¿quién lo hizo?”. Es una variante del género de detectives, en las que hay un grupo pequeño de sospechosos que generalmente se concentra en un espacio cerrado en el que el detective, dotado de sobresalientes cualidades deductivas, tiene hacia el final de la cinta o novela, según el caso, una charla con todos los sospechosos, en la que va desgranando detalladamente los móviles y procedimientos del asesinato. En la charla se va pasando de un individuo a otro, hasta que finalmente se devela al culpable, el que al principio era uno de los menos sospechosos.
La maestra de este subgénero fue Agatha Christie, merced a su “campeón” Hércules Poirot y novelas como Diez negritos, o Asesinato en el expreso de oriente, que han quedado como obras modélicas del subgénero.
Johnson es un director evidentemente talentoso, que ha llevado adelante su carrera con algunos altibajos. Debuto en 2005 con Brick, una aventura que se introducía en el trafico de drogas en las altas esferas; pero se destacó principalmente en 2012 con la brillante Looper, una historia de viajes en el tiempo hecha con imaginación y sensibilidad.
En 2017 Johnson dirigió Los últimos jedi, parte de la saga de Star Wars, su producción más importante, pero con resultado agridulce: entretenida sí, pero de muy poca consistencia. Pobre en estructura dramática, si la comparamos con las tres cintas originales, quizás por un imperativo de los productores, dado que lamentablemente esas han sido las características de las última películas y series de televisión en las que se ha desarrollado este universo en la última década.
Con Knives out, Johnson se reinventó y obtuvo un éxito inesperado. La clave estuvo en revitalizar, si se quiere aggiornar, el género que estaba venido a menos. Johnson le dio un toque de comedia, introdujo el doble misterio (escritor de novelas “de misterio”, investigado por el detective especializado en este tipo “de misterios”), desarrollo de personajes estrafalarios, etc. Ningún ingrediente nuevo, pero sí una forma ágil y fresca para realizar la mezcla.
La segunda parte de la saga se estrenó en 2022 y se tituló Glass Onion: A Knives Out Mystery. En este caso, Johnson se centró en otra variante del subgénero: la del anfitrión que anuncia a sus invitados que a determinada hora habrá un asesinato, predicción que se cumple, aunque no como preveía el organizador. En este caso el guionista-director hace una suerte de “trampa” para mantener el interés: el asesinado resulta no ser el anfitrión, como se espera en estos casos, y a mitad de la trama se “cambia” el misterio principal, es decir que el asesinato anunciado resulta ser secundario, ya que en la construcción de la historia se dio otro, sin que estuviera planteado al principio. A pesar de esto, la historia cumple y logra entretener en forma inteligente.
La tercera parte, Wake up dead men, que comentamos en esta nota, realiza una variante respecto a una de las características del género: no se desenvuelve en un ambiente glamoroso de millonarios, sino más bien en una comunidad rural del noreste de Estados Unidos. En este caso, los sospechosos son los feligreses de una iglesia católica de corte conservador.
Wake up dead men se diferencia de las anteriores en que tiene una clara intencionalidad política; Johnson se sirve de ella para criticar el ambiente de intensa derechización que en este momento vive Estados Unidos. En el eje central se encuentra un sacerdote ultraconservador, secundado por un aspirante a influencer de extrema derecha y una fanática religiosa. Alrededor de ellos, hay un conjunto de adeptos hipócritas, inseguros, deshonestos que constituyen lo que podríamos llamar el “soporte social” del grupo de aspirantes a “Mileis” del norte.
Benoit Blanc, el detective que protagoniza las tres cintas de la saga y el joven sacerdote que lo acompaña, son quienes mediante la investigación (la ciencia en oposición al fanatismo), dan el contrapunto empático al ambiente oscuro que se vive en la parroquia.
¿Perjudica esta ideologización el desarrollo narrativo de la película?, en ningún caso. Más bien le otorga sentido a una construcción narrativa bien realizada en la que una vez más destaca la adecuada construcción de los personajes (el sacerdote progresista atormentado por una culpa del pasado, el “monseñor” fanático, aupado por sus complejos personales y la ambición material).
La cinta cumple con lo ofertado. No es una obra maestra, pero nos brinda una historia solvente y bien construida. Más que suficiente para estos tiempos.
BD